
No Fuimos Nosotras, Fueron Ellos
Nos han hecho pensar que vivimos en un mundo con “democracia” donde se puede vivir en “libertad”, entonces me pregunto: ¿Por qué no puedo hablar de mi clítoris, mi menstruación, mis flujos vaginales, mis fantasías y placer abiertamente en el transporte público o durante la sobremesa en mi casa, en un restaurante, incluso en la calle sin que nadie voltee a mirarme y juzgarme con su mirada?, ¿realmente soy libre? Si mi sociedad fuera realmente libre podríamos disfrutar de más de la sexualidad femenina.
Pero, ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo hemos llegado a vivir en una represión silenciosa? Porque, aunque nos sintamos muy empoderadas, aún muchas de nosotras seguimos sintiendo miedo, inseguridades y desconocimiento, y lo ocultamos en una fachada de Power Woman para no sentir que no somos parte de esta revolución de la mujer. Llegamos hasta aquí porque hemos sido miradas desde el ojo de un hombre toda la vida:
Historia de la sexualidad femenina
Los primeros ginecólogos, hombres;
Los primeros filósofos que hablaban de la mujer, hombres;
Aquellos estudiosos de la anatomía de la mujer, hombres;
Los gobernantes que dirigieron qué se estudiaba o no en los colegios, hombres;
Los sacerdotes que hablan de la mujer, hombres;
Los primeros empresarios de poder que nos han usado para vender sus marcas, hombres;
Incluso en la época moderna, las parejas gay que primero se mostraron en público; eran hombres.
La historia no fue femenina
La humanidad prefirió mandar en 1969 a un hombre a la luna, inventar internet en 1982, y algunos otros tantos sucesos más, pero recién en 1998 se descubrió la completa anatomía del clítoris por la Dra. Helen O’Connell. Sólo hace 38 años podemos conocer realmente a nuestro órgano sexual, ese que nos proporciona placer. No puedo culpar a mi madre, ni a mi abuela, ni a mis ancestras –sí, ancestras, aunque la RAE aun no haya reconocido el femenino de esa palabra– porque quizás no conocían realmente su cuerpo. Hoy les diría: ¡No fue tu culpa, fuimos miradas a través de los ojos de ellos!
Pero no voy a pelearme ni con Hegel, ni Napoleón, ni Sorano de Éfeso, ni con mi religión, ni con mi padre, ni mis hermanos, y menos aún con mi novio. Esto más que un: ¡Tú fuiste el culpable!, es un cuestionamiento de dónde vienen nuestras represiones, nuestra falta de conocimiento, nuestra falta de apertura, nuestro miedo a expresarnos abiertamente, y todos los prejuicios que tenemos hoy en día. Desde nuestra historia no hemos sido analizadas y estudiadas bajo nuestros ojos, las rebeliones de las mujeres y nuestras luchas hasta ahora han hecho que hoy nuestra generación sea la que más acceso a la información tenga, pero aún con todo ello, nuestros fantasmas apoyados por nuestra sociedad duermen con nosotras todas las noches.
Aun Cuando Me Veo Al Espejo, Quiero Agradar A Otros;
Tengo vergüenza de mi cuerpo, mis estrías, celulitis, mi gordura, mis vellos, mi piel, etc.;
No me visto con faldas cortas porque puedo aparentar que soy fácil;
Si tengo sexo en la primera cita, no me tomaría en serio;
No me puedo tirar un gas frente a mi pareja por respeto;
Si me rió a carcajadas, sería poco femenina;
Debo fingir que todo lo que él/ella haga está bien;
No puedo estar con alguien que sea de una clase social menor que yo;
No puedo estar con alguien de un cargo profesional inferior al mío;
Debo gemir más fuerte para que piense que estoy excitada;
Debo aparentar ser una buena hija, pero fuera de mi casa soy otra;
Mis amigas deben pensar que lo sé todo;
Debo tener hijos, familia, un perro y hacerlos feliz.
Bla, bla, bla, etc.
Esta lista podría ser interminable, nuestras represiones en base a nuestra sexualidad nos siguen dando vueltas en la cabeza día tras día, la gran diferencia entre mi bisabuela y yo, es que somos cada vez más mujeres, movimientos y causas que se unen a ayudarnos a liberarnos de estos prejuicios. Seguimos cargando con esa mochila donde antes teníamos no piedras, sino rocas gigantes, y que vamos sacando poco a poco. Si te pesan en la espalda, pregúntate: ¿Cuántas piedras has sacado hoy? Y, si aún no lo has hecho, no te preocupes, tómate tu tiempo, cada una tiene su proceso, no fuimos nosotras, pero hoy el cambio de la sexualidad femenina sí depende de nosotras.
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