La historia de la sexualidad femenina contada por los hombres
Nos han hecho pensar que vivimos en un mundo con “democracia” donde se puede vivir en “libertad”, entonces me pregunto: ¿Por qué no puedo hablar de mi clítoris, mi menstruación, mis flujos vaginales, mis fantasías y placer abiertamente en el transporte público o durante la sobremesa en mi casa, en un restaurante, incluso en la calle sin que nadie voltee a mirarme y juzgarme con su mirada?, ¿realmente soy libre? Si mi sociedad fuera realmente libre podríamos disfrutar de más orgasmos y no solo de los que nos provocamos nosotras mismas